Sierra de los Filabres → Ruta por los Filabres

Senés con su trazado urbano escalonado
Camino sinuoso hacia Velefique
Velefique, vista parcial
Senés con su trazado urbano escalonado Camino sinuoso hacia Velefique Velefique, vista parcial

La vegetación serrana, como el romero, el tomillo o las encinas y coníferas, son un anuncio de que estamos llegando a los pueblos serranos, rodeados de montañas como Alhamilla o Gádor, a más de mil metros de altitud; desde algunos de ellos incluso se puede ver el mar Mediterráneo.
Senés es el ejemplo más típico de un trazado urbano escalonado, del silencio del paisaje y de las formas y detalles de su pasado. De la época de origen morisco se conservan los interesantes Despoblados de Cuesta Roca y La Hoya, donde se conservan tumbas e incluso fundiciones mineras.
Las fiestas de este lugar destacan por su singularidad. Así, además de la Fiesta del Emigrante, donde se realiza un espectáculo de caballos en el monte Icarada, llega la Noche de los Burros, el Sábado Glorioso, día en el que los animales son trasladados a otros potreros.
El Día del Romero es una celebración típica de Velefique, pueblo al abrigo del pico rocoso de Peña Tajada, donde se conservan las ruinas de la fortaleza medieval que dividía la localidad en dos barrios. Sin embargo, si el visitante busca una buena oferta de turismo rural, Castro de Filabres es su lugar. Se encuentra en un valle entre la Sierra Alhamilla y la Sierra de Gádor. Los edificios son casas típicas con tejados de pizarra.

Olula de Castro
Gergal, pueblo y fortaleza
Gérgal, antiguas minas de hierro
Olula de Castro Gergal, pueblo y fortaleza Gérgal, antiguas minas de hierro

A pocos kilómetros se encuentra Olula de Castro, un pueblo de terrazas, de casas blancas y tejados planos, que conserva vestigios de pobladores prehistóricos.
Gérgal es la siguiente parada de esta ruta por Los Filabres. Durante la Revuelta de las Alpujarras, los moriscos rebeldes contaron con un gran aliado, su alcalde, un morisco llamado Francisco Portocarrero. Consiguió burlar a los viejos cristianos del lugar, a quienes primero encarceló y luego decapitó.
El cultivo de la vid y las minas de hierro, explotadas por compañías extranjeras que transportaban el mineral hasta la línea ferroviaria mediante un cable colgante, fueron durante un cierto período el motor de la economía.
La localidad, que une Almería con Granada por la ruta interior, conserva en su fisonomía urbana las características de su origen morisco. Entre su patrimonio destaca el Castillo del Conde de La Puebla, de finales del siglo XVI. Fue construido como defensa contra los ataques de los piratas argelinos y actualmente está restaurado, aunque pertenece a una familia local.
La fortaleza (Alcazaba), como frontera entre el desierto y el bosque, era el cruce de caminos que comunicaba Fiñana con Tabernas y Almería con la parte occidental de los Filabres.